En plaza La Soterraña una mujer en situación de calle dictaba cátedra sobre la decencia moral a gritos, desnuda y sin el menor pudor. Vociferando toda clase de incongruencias, recordándoles a los clientes de los cafés a sus progenitoras, hasta que llegaron los municipales y se le pasó la crisis.
A decir de la dueña del café Skate, esta mujer era una comerciante de flores, aparentemente adicta a alguna sustancia, misma que la llevó a perder la cordura y llevándola a transformarse en una mujer violenta.
Por al menos cinco minutos sacó, como se dice popularmente, “el fua”, pero al ver que llegó una patrulla se le olvidó todo. Caminó sin gritar, acompañada de la policía, se tapó su sexo con una bolsa y se retiró sin hacer alarde.