Por Rubén Álcantar
Morelia, Michoacán.- A lo largo de los últimos tiempos, el planeta y todo a su interior ha cambiado, es obvio, las sociedades evolucionan, cambian su manera de pensar, de actuar, de interactuar, de generar riqueza y de distribuirla, cambia la manera de elegir a sus gobernantes, y por supuesto, el modelo de los gobernantes.
La democracia, en esencia, continúa siendo lo mismo, puesto que, aplicada de la manera correcta, es el sistema político-social en el que la mayoría elige a sus gobernantes. Sin embargo, históricamente, se gobernó para todos, no solo para la mayoría electora, e incluso, la campaña electoral se focalizaba en la población en general, hecho que en los últimos años ha venido cambiado de manera desmesurada.
Reitero, el sistema democrático, continúa siendo el mismo en la mayoría del mundo, la población vota, y es quien la mayoría haya elegido, quien será encargado de gobernar, esto no ha cambiado. Sin embargo, la manera de obtener dichas mayorías si, lo hemos visto ya en bastantes países, incluyendo el nuestro, y lo seguiremos viendo, dado la eficiencia de sus resultados.
Quedaron atrás aquellos tiempos en que el candidato buscaba ganarse a todo el electorado, aquellos tiempos en que las propuestas eran para todos, para las mayorías y las minorías, y no es de extrañarse, de acuerdo al sistema democrático, solo debes ganarte al electorado que represente la mayoría, es una cuestión estadística. Los discursos han cambiado, lo hemos visto en bastantes países.
En Estados Unidos, por ejemplo, el entonces candidato Donald Trump, se cansó de atacar a ciertas minorías, y no por un odio personal, o al menos no en su totalidad, lo que el equipo del ahora presidente detecto, fue que, dentro de la población que se consideraba a fin al candidato, o sin ninguna preferencia, existía un recelo social, una molestia con algunos grupos poblacionales, de ahí el origen del discurso, resultaba imposible ganar la totalidad del electorado, pero con los medios adecuados, el discurso correcto, y la división social apropiada, solo se debía trabajar en ese porcentaje electoral que representaba la mayoría.
Dicho procedimiento ha sido replicado en distintos lugares del mundo, quizá sí, no con ese efecto divisor, pero si con la detección de hartazgos sociales, y la explotación de esto dentro del discurso, casos como el de Argentina, El Salvador, Brasil y Los Países Bajos, por mencionar a algunos, son ejemplo de este actuar, ya no es necesario convencer a todo el electorado, ya ni siquiera a la mayoría de este, ahora basta solo con convencer al porcentaje molesto, el cual con la división adecuada, llevará a la victoria.
La democracia ha pasado a ser, en gran manera, de un sistema electoral social, a ser un sistema meramente estadístico, atrás van quedando aquellas “costumbres” de, gobernar para todos, legislar para todos, el mundo ha cambiado, la sociedad, las ideas y por ende la manera de gobernar, la misma sociedad ya no pide, exige el respaldo a las minorías, exige el respaldo a los grupos minoritarios, las nuevas legislaciones se dan en favor de dichos grupos, hecho de aplaudirse claro, pero hecho también aprovechado con otros fines, fines electoralistas, fines de conseguir el porcentaje que lograra la mayoría del electorado.
Claro, es una opinión personal, respecto a la percepción malpensada de este escritor por la actualidad, en la que, a manera de crítica, observo la gran coyuntura que se ha generado en la democracia y que nos ha traído los cambios sociales que en el mundo se viven, queda a manera de reflexión, por parte del lector, determinar si, en efecto, la democracia pasó de ser, el sistema donde elige la mayoría y se gobierna para todos, a ser, el sistema donde se detectan las minorías, que conjuntadas, logren de la mano de una coyuntura social, alcanzar la mayoría dentro de la división social, para así gobernar, para dichas minorías vueltas mayorías, enredoso el tema, pero para ponerse a pensar.