Por: Rubén Alcántar
Morelia, Michoacán.- En nuestro país a lo largo de la historia contemporánea ha habido un tema en el que hemos caído frecuentemente, las denominadas crisis económicas, tres crisis para ser precisos, la de 1982-86, la de 1995 y la correspondiente a 2009; las primeras dos de ellas corresponden a crisis internas, consecuencias de errores o malos manejos, la de 2009 responde a una crisis económica mundial, de la cual claramente no quedamos exentos; la cuarta crisis económica en nuestro país llega en tiempos de la cuarta transformación.
Cada crisis tiene su respectiva explicación, para la crisis ocurrida en el periodo 82-86 los motivos son demasiados, un cumulo de errores que en conjunto llevan a la quizá sea la crisis más prolongada en nuestra historia (hasta ahora), una deuda externa a niveles estratosféricos, consecuencia de los gobiernos irresponsables de la docena trágica, un déficit público creciente, derivado precisamente de esa errónea idea de que en México debíamos aprender a administrar la riqueza y un desplome en los precios del petróleo ¿la profundidad de esto? Bueno, en el año de 1981 nuestro país creció un 8.8% (gracias al gasto excesivo con los recursos de la deuda) dejando para 1982 una contracción económica de -0.7%, es decir la reducción económica real alcanza un -9.5% que es la cifra que explica el hecho de que, pasamos de crecer a 8.8% a decrecer 0.7%.
Para 1986 la contracción del PIB fue -3.8% que comparado con el 2.8% que se creció en 85, la cifra alcanza una desaceleración de -6.6%, ocasionada principalmente como ya mencione por las dolencias de todo este periodo, la deuda, el déficit y en este caso una caída estrepitosa de los precios del petróleo.
Para la crisis de 1995 las explicaciones son distintas, claro, continúan siendo internas; si tuviera que dársele un adjetivo a dicha crisis debiera precisamente de ser el de crisis financiera, una crisis más técnica en términos económicos, es decir, un desplome en la inversión, en la deuda interna expresada en la llamada crisis de los tesobonos y una devaluación mal planeada, reservas internacionales prácticamente inexistentes para amortizar dicho golpe, la consecuencia es un decrecimiento del PIB para 1995 de -6.3% (el más profundo hasta el día de hoy) que aunado a que en el año de 1994 el país creció en términos económicos un 4.9%, la desaceleración alcanza el histórico -11.2%, crisis que a quienes les tocó vivir sin duda recordaran como la más complicada para nuestro país.
La crisis más reciente se dio en el año de 2009, en esta ciertamente el gobierno nacional no tiene gran culpa, una crisis financiera a nivel global, la cual nos afecta gracias a lo globalizado que se encuentra nuestro país, condiciones externas, que afectan de manera interna, el decrecimiento en este año fue un importante -5.3% que sumado a que en el año anterior se había crecido un 1.1% deja la desaceleración un -6.4%, algo similar a lo ocurrido en 1986, pero al ser generado esta vez por cuestiones externas la recuperación resulto ser la más rápida de todas nuestras crisis.
La cuarta crisis indudablemente aparecerá este año, de ello no hay duda, sin embargo esta crisis resulta distinta a las anteriores, en esta ocasión tenemos una combinación de malas decisiones internas y dificultades externas, es decir, lo que ya era un estancamiento interno producto del mal manejo del país del presidente López Obrador, se verá profundizado por la crisis internacional producto de una pandemia global, algo así como estar al borde del abismo y que llegue el mundo a darte ese empujón final; la crisis de este año preocupa bastante, dado que como ya mencioné anteriormente, en todas nuestras crisis previas en el año anterior se había crecido, esto amortizaba el impacto de las mismas haciéndolas un poco menos severas, sin embargo en esta ocasión ya teníamos una economía estancada y aunado a la esperanza de crecimiento de entre -7% y -9%, el impacto pudiera hacer que quizá estemos hablando de la mayor crisis en nuestra historia.
Quizá sea por esto que surgió la excelente idea del presidente de sustituir al PIB como indicador económico, si no hay PIB, no hay crisis, al menos en la idea presidencial, urge un mejor manejo de esta crisis, uno más responsable y menos electorero, urge que desde palacio nacional se comience a trabajar en el rescate a la pequeña y mediana empresa, en el rescate a los 850 mil empleos formales que se han perdido de noviembre a abril de acuerdo a las cifras del IMSS; lo que ya es un hecho es que con López Obrador no hemos visto su tan vitoreada cuarta transformación, pero si llegó la cuarta de algo, la cuarta crisis.