Por: Roberto López Moreno
Morelia,Michoacán.- Bajo la advocación del ábrara recorremos el tiempo del sendero ya que el hecho de no haber tiempo explícito nos da por resultado todos los tiempos y a eso el ábrara responde con su fórmula inapelable: es el segundo anterior al primer segundo multiplicado por la raíz cuadrada de la luz. Funcionan a medias los términos y así, entre las oquedades del misterio percibimos eso que llamamos eternidad.
Mediante el verbario poético se llega a tanto, como bien nos ilustra la escritora Rosario Herrera Guido. Este no es el espacio de Cronos cargado de pasados, presente y futuros. Aquí el tiempo es uno sin principios ni finales y el libro de Herrera Guido nos va a ilustrar al respecto. Un anciano y un niño tomados de la mano hacen el sendero al andar. Caminante no hay camino, la metáfora lo traza y Kairós le dibuja los destinos, unidos los dos mundos en un solo momento, el asignado por los dioses, el pensado y enviado a regir de parte de ellos.
Así es como Aión, el dios de la eternidad, camina sobre el sendero sin tiempo o dicho de otra manera, sobre el tiempo de los senderos infinitos, en este recurrente juego de los todos y las nadas en donde uno se vuelve a encontrar y reconocer en los espejos de papel.
Y de pronto, así, se vuelve uno verso y alcanza uno a ver a la escritora que nos está escribiendo. El tiempo de la poesía no es el pasado ni el presente ni el futuro, sino el instante que rosa la eternidad.
Dentro de lo que siempre está sucediendo, en su libro “Por un sendero sin tiempo” Rosario Herrera nos presenta una selección de poemas que va desde el amor hasta la muerte. Abrimos el poemario y de pronto detenemos el tiempo… pero no el sendero, éste sigue caminando sin pasado ni futuro, haciendo la glorificación del presente.
Una vez le pregunté al poeta José Lezama Lima, “qué es ábrara, maestro”, el poeta ya había fallecido, sin embargo me respondió desde su más allá, desde su voz grave, asmática: “es el rayo de luz impulsado por su propio destino”. Aquí, el sol poético de Rosario Herrera Guido nos hace asomarnos al renovado deslumbramiento. Su luz ha sido impulsada por su propio destino, por eso en el fugaz presente, se nos entera como esa luz, la luz que no se crea ni se destruye, que siempre es.
Con esa luz la escritora toca a sus dioses y a sus filósofos. Tocar a los dioses es volver a componerlos, a recomponerlos y así ella nos repite que nada se crea ni se destruye, y lo hace rodeada de una impresionante cohorte integrada por sus filósofos y sus dioses amalgamados en un largo canto de amor.
Y surge la nave de los locos entre mareas de páginas y oleajes de tinta: “cuando nos quedamos/ bajo los mudos astros/ sin timón ni destino/ surgió el desiderátum del deseo”.
Los dos, la escritora y yo, venimos de esas naves, desde diferentes senderos y de renovados tiempos. Había que decirlo y a partir de este momento los únicos que tienen la palabra son los poemas de Rosario Herrera Guido.
Entre la noche y el día/ el sublime embrujo del ocaso/ que evoca los restos/ de un naufragio en el silencio./ Digo tu nombre/ y sangra mi herida./ Pergeño el papel/ y atestiguo mi hendidura./ Yosotros estamos hechos/ para izar las velas del deseo”.
La autora no puede abstenerse de citar los nombres de sus poetas, así surgen a lo largo del libro los nombres de Octavio Paz, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Antonio Machado, buscando reconstruir con ellos -en un momento especial de la creatividad- el eterno rostro de Aión.
“El mar es eterno/ desnudo desierto en travesía/ destello/ torrente/ fiebre/ alfabeto acuático/ de los peces de seda/ enigma de cristal./ El mar es eterno/ vientre perpetuo/ madre universal de los dioses/ los soles y las sombras. El mar es eterno/ incesante latido/ lágrima infinita/ clave/ nave/ ave/ animal en celo/ vehemencia de coral./ Por la eternidad del mar/ las gaviotas escriben/ una historia de arena/ que olvida la marea”.
Admiro y quiero lo escrito por la poetisa, poetisa a lo Sor Juana Inés de la Cruz; poetisa a lo Rosario Castellanos; poetisa a lo Aurora Reyes; poetisa a lo Paz Paredes; poetisa a lo Rosario Herrera Guido.
Bello libro bilingüe es éste, si vamos más allá del concepto, “Por un sendero sin tiempo” es un libro plurilingüe y multilingüe porque en él estamos todos en todos los idiomas si en cuestiones de los tiempos nos lo permite el padre Cronos… y sí.
Cierro el libro de Rosario Herrera Guido, me acabo de leer profundamente.
*Presentación del poemario Bilingüe, de Rosario Herrera Guido, Por un sendero sin tiempo (On a timeless Path), con Prólogo de Baudelio Camarillo (Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1993), Trad. Arthur Gatti y Roberto Mendoza, Dark Light Publishing, New York-México, 2019. Sala Manuel M. Ponce del Palacio Nacional de Bellas Artes, martes 22 de octubre de 2019.
**Roberto López Moreno, originario de Huixtla, Chiapas (11 de agosto de 1942). Poeta, narrador y ensayista. Estudió en la Escuela Normal de Maestros. Profesor de la Escuela Carlos Septién García y de la enep–Acatlán, unam; colaborador de los programas radiofónicos “Buenos Días Noticia” en Radio abc Internacional y “Una Voz en la Tarde” xedf; conductor, junto con Manuel Gutiérrez Oropeza, de los programas “Tiempo al Tiempo” en Radio Educación y “Oye mi Canción” de xeb; realizador de programas especiales sobre música y literatura para Canal 7, Canal Once y Canal 13. Colaborador de El Financiero, El Universal, Excélsior, Novedades y Unomásuno. Premio de Cuento Tomás Martínez 1969 por A la hora del rosario, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Premio de Poesía Rodulfo Figueroa 1974 por En el sur de la nostalgia. Premio Poesía Infantil, La Edad de Oro 1980 y 1981, Cuba.