Por Ruben Alcantar
En nuestro país, una de las grandes atenuantes que tenemos, es sin duda la falta de confianza en las instituciones, y no es para menos, sin duda los altos índices de corrupción, la ineficiencia en los servicios, o la falta de capacidad para lograr cubrir las responsabilidades para las cuales fueron creadas. Una de estas pocas instituciones aun reconocidas por la sociedad, es sin duda el ejército nacional, el cual está por demás señalar, que es la misma población la cual defiende tan honorable institución.
Es entonces, esta institución, la encargada de salvaguardar la soberanía nacional, la defensa del territorio, y por supuesto garantizar la seguridad interior, esto entre otros tantos usos que se le da a nuestras honorables fuerzas armadas. Mucho ha sido lo que se ha comentado respecto a la militarización o no militarización del país, como estrategia para hacer frente al crimen organizado, quizá en eso si coincido con el señor presidente, pese a que como acabo de mencionar, una de las funciones de nuestras fuerzas armadas es, garantizar la seguridad interior, no debieran ser estas las encargadas de realizar dicha función, sino las instituciones de seguridad.
Pese a que sí, el crimen organizado si es un enemigo común, no vivimos en estado de guerra, ni algo similar, por lo cual las fuerzas armadas no debiesen ser parte del conflicto; sin embargo, dejando los idealismos de lado y enfocados en la realidad, resulta un hecho, el que nuestras fuerzas armadas, ya se encuentran ampliamente inmiscuidas en dicho conflicto, y por supuesto, como es de esperarse, con gran valor y gallardía, haciendo frente a la lucha, contra el gran enemigo que es para la sociedad mexicana, el crimen organizado.
Y ¿Por qué menciono todo esto? Bueno, desde el ya por todos conocido acontecimiento en Culiacán, el pasado 17 de octubre, la polémica ha venido en aumento, y no tomo este tema por las contradicciones en el caso por parte del ejecutivo federal, sino por la serie de disyuntivas, por llamarles de alguna forma, a las asperezas entre gobierno y ejercito.
Resultó de gran molestia, no solo para lo sociedad, sino para el ejército mismo, el ordenamiento de liberar al presunto delincuente capturado en tan afamado operativo, seguido a esto la molestia continuo con el ordenamiento por parte del presidente, de hacer públicos a los elementos participantes en tan delicado operativo; por supuesto que estas dos grandes ofensas crearían alguna reacción en el ejército, y así fue, se expresó la molestia e inconformidad del ejercito ante tales ordenamientos.
Pese a que dicho pronunciamiento fue, bastante diplomático a decir verdad para ser una queja, el presidente, con su sed de protagonismo, ahora anuncio, su temor por la posibilidad de un golpe de estado, hecho que me parece realmente ingenuo siquiera considerar, por supuesto que el ejército volvió a reaccionar, dejando en claro lo que menciono, haciendo énfasis en que la lealtad del ejercito es hacia el pueblo de México, pero dejando en claro que dicho gobierno no ha cumplido con su labor de salvaguardar la seguridad nacional, mencionando términos bastante delicados, como lo son el estado de excepción, estipulado en el artículo 29 constitucional.
Lo realmente preocupante, al menos para este escritor, no resulta en el conflicto entre ejército y gobierno, sino en algo bastante más delicado; desde tiempos de la revolución, el ejército ha cumplido únicamente con su función, la seguridad nacional en todos los aspectos, con algunas otras tareas, si, como el plan DN-III, pero alejado de las decisiones nacionales, con protagonismo reservado únicamente a las cuestiones de seguridad.
Es por ello que el hecho de que una institución, con tan buena aceptación, comience a tomar dicho protagonismo, no olvidemos que es el ejercito el gran encargado del aeropuerto de “Santa Lucía”, encomienda ya bastante criticable; no olvidemos que las grandes dictaduras militares han comenzado justo así, con un amplio protagonismo de las fuerzas armadas, las cuales, ante una problemática y con su intachable percepción social, logran ascender al poder y ya todos sabemos cómo han terminado dichas historias.
Esperemos esto solo sea un conflicto interno, en el cual, por mucho que no quiera decirlo, el presidente vuelva a ser el protagonista, se devuelva al ejército a su protagonismo natural, que es la seguridad nacional y no la vida pública, y se disuelvan, de una vez por todas, esas absurdas ideas de un golpe de estado, porque, de continuar con el creciente protagonismo del ejército, y las malas decisiones del gobierno, esto pudiese resultar, ya no solo una idea absurda en el imaginario del presidente, sino una posibilidad, incluso aclamada por el pueblo, y no lo digo yo, lo dicen las historias de nuestros hermanos latinoamericanos, como siempre menciono, habrá que esperar, pero para nada es bueno, que el ejército se vuelva protagonista, e incluso oposición.