Por Carla Buendía
Morelia, Michoacán.- La charrería, orgullo y tradición del pueblo mexicano, inscrita por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como la octava manifestación del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, esconde tras de sí una atroz naturaleza que normaliza los abusos, maltrato y tortura animal.
El pasado martes 5 de noviembre, el gobernador, Silvano Aureoles Conejo anunció en una magna rueda de prensa, donde acudió vestido de charro, el LXXV Congreso y Campeonato Nacional Charro, a celebrarse en Morelia, donde serán utilizados más de 960 toros, 230 yeguas, para que los competidores puedan hacer gala de sus habilidades deportivas y típicas de la tradición charra.
El evento arrancará el próximo viernes en la capital del estado, con un programa de actividades artísticas y culturales que contemplan 70 charreadas en 23 días, y en medio de una importante inversión, con la que se espera una derrama económica de hasta 800 millones de pesos, en palabras del propio gobernador, Silvano Aureoles Conejo.
Sin embargo, uno de los aspectos que suele recibir poca difusión es el manejo de los animales, principalmente reses y ganado que son utilizados en pro del folklor y la tradición de la charrería.
A decir de los aficionados a la charrería, los animales que se utilizan no son maltratados y el objetivo de las exhibiciones “deportivas” no son ultimar al animal, sino demostrar las habilidades de los charros.
El pasado 14 de septiembre, se festejó el Día Nacional del Charro, donde las organizaciones civiles Justicia y Dignidad Animal y Tras Los Muros, dieron a conocer un explícito video en el que se aprecian diversas formas de maltrato contra los animales utilizados, que van desde golpes en el lomo de becerros, hasta descargas eléctricas para azuzar a los toros.
Se observa también como los caballos son azotados, atados con fuerza por el cuello, pinchados con espuelas antes de salir al ruedo.
Asimismo –y menos secreto- se observa como al ser lazados por los charros son bruscamente apretados del cuello, como caen al suelo golpeándose bruscamente en el suelo, pisados por otros animales.
Si bien el video no lo muestra, en la página de la organización también se exponen fotografías de orejas y colas mutiladas por la fuerza con la que son jaladas y tiradas en la arena.
No obstante, la charrería se considera un deporte nacional, si no el único, una manifestación de “cultura” y su preservación, constituye el rescate del floklore y las tradiciones de México, por lo que aún es muy incipiente el activismo y la atención internacional en contra de este practica que perpetua y normaliza el maltrato animal.