Por Silvia Hernández
Morelia, Michoacán.- La economía estatal sigue creciendo de manera pausada, en el 2020 atravesó una recesión profunda en consecuencia de la pandemia de Covid-19, que se reflejó en una severa caída del Producto Interno Bruto del 6.8 por ciento; y, un rebote en este 2021, que apenas generará un incremento estimado en el cierre de este año de 2.5 por ciento.
Lo anterior proyectó Heliodoro Gil Corona, coordinador de proyectos estratégicos del Colegio de Economistas del Estado de Michoacán, quien señaló que las causas de este mediano crecimiento son diversas; se pueden destacar factores como el debilitamiento de los sectores de
mayor participación al PIB, como son los segmentos de la industria.
Asimismo, la escasa vinculación a la
economía mundial, el funcionamiento empresarial supeditado al gobierno estatal, la polarización económica de sus regiones y, más recientemente, la crisis de las finanzas
públicas.
Gil Corona recordó que en el 2020 se registró una pérdida de empleo de mil 487 plazas y en 2021 pudiera cerrar con números positivos; con una creación de nuevos puestos estimadas de 9 mil 650.
En 2021, la inversión pública ejercida apenas ronda los 832 millones de pesos, ante necesidades de inversión de 5 mil millones de pesos anuales para potenciar la mezcla de recursos entre los gobiernos federal y municipales, iniciativa privada, organizaciones de productores, fundaciones y organizaciones internacionales.
En lo que toca a la capacidad demostrada para generar ahorro externo mediante la
exportación de mercancías, explicó que la atracción de inversión extranjera directa (IED) y remesas familiares, pone de manifiesto la modesta vinculación y participación de las actividades económicas locales a los mercados internacionales.
Sin soslayar que, las remesas familiares son tema aparte para explicar sus bondades en el tejido social y económico de las regiones de la entidad. Se estima una captación de 5 mil millones de dólares al cierre de año.
En 2020 y 2021, los fundamentales económicos vislumbraron un acentuado deterioro de los indicadores clave de la entidad, resumido en un raquítico crecimiento económico, precario
mercado laboral, débil estructura económica en los sectores tradicionales (campo, manufactura industrial y comercio), franca desindustrialización y endeble capacidad para incorporar ahorro externo.