Por: Santiago Roel R.
Ciudad de México. – Cuando no hay un buen nivel de consciencia en el jefe de gobierno, cuando hay que cuidar más la imagen que la paz, no hay estrategia, recurso o metodología que pueda contra eso.
“¿Por qué el Presidente no habla de la inseguridad si ese es el tema que más preocupa a los ciudadanos? “me pregunta un comentarista , en una entrevista al aire.
Muy sencillo: No tiene nada bueno que informar.
Los políticos con bajo nivel de consciencia esconden o minimizan los problemas. Defienden su ego en lugar de aceptar y atender el problema. Además, suelen descender de nivel de consciencia cuando toman el poder.
Lo hemos visto en la mayoría de los estados, con los gobernadores, y cuando eso sucede, el problema no solo no se resuelve, sino que se empeora.
El ego de los políticos es el principal obstáculo para la paz, el desarrollo económico, el desarrollo social, la democracia, las libertades individuales y los demás temas de interés público.
Hay grados por supuesto, desde la mentira consciente y estratégica hasta la megalomanía y la supresión de la crítica.
No sé cuál estemos enfrentando en este sexenio, pero para eso es justamente el Semáforo Delictivo y los otros semáforos que manejamos en nuestra página www.semaforo.mx incluyendo el Semáforo de la Consciencia, para desmentir a los políticos, para enfrentarlos a la realidad y para darle poder a los ciudadanos.
Son herramientas de buen gobierno con las cuales buscamos mayor calidad en la toma de decisiones de todos: políticos, medios y ciudadanos.
El rojo indica que las estrategias son malas, el verde que son buenas y el amarillo, una mezcla. Cuando hay rojos, es momento de hacer un alto y repensar las estrategias, y estos primeros meses de la nueva administración hay muchos rojos en materia de seguridad, de hecho, es el peor arranque de cualquier administración en los últimos 20 años.
Son datos oficiales, siempre usamos datos oficiales en el Semáforo. AMLO los conoce porque aunque se los presenten con otra metodología, son los mismos.
No es fácil reducir la incidencia delictiva, se tienen que tomar decisiones valientes e innovadoras; nosotros lo hemos vivido, experimentado y logrado con algunos gobiernos estatales en los últimos 25 años.
En todas esas historias de éxito lo más difícil de superar no es la escasez de recursos o la falta de coordinación entre autoridades, sino el ego de los gobernantes.
Cuando no hay un buen nivel de consciencia en el jefe de gobierno, cuando hay que cuidar más la imagen que la paz, no hay estrategia, recurso o metodología que pueda contra eso.
Por ello, rara vez nos piden ayuda al principio de su administración, siempre entramos de bateadores emergentes cuando ya la realidad es insostenible y el político ha perdido su crédito y ha llegado a un nivel de aceptación en la escala de la consciencia.
Mientras el político se siente fuerte ante sus electores, piensa que va bien y sigue diciendo mentiras y tomando malas decisiones. No gobierna, sigue en campaña, sigue buscando “likes” fáciles.
Por ello, es de vital importancia el rol de los ciudadanos y por ello, desafortunada y paradójicamente, es mejor cuando al gobernante le va mal porque eso puede romper el embrujo del ego.
No es garantía, es probabilidad, porque el poder enloquece y sí, hay puntos de inflexión y de no-retorno.
AMLO llegó con muchísima aceptación y eso le ha jugado en contra. La aceptación va a la baja. Veremos qué tan a la baja, qué tan rápidamente y cómo reacciona ante ello.