Por: Rodrigo Antúnez Alvarez, Director del OCM .
La participación ciudadana, en los temas fundamentales que generan una sociedad equilibrada con mejor calidad de vida, en nuestro país está totalmente limitada, y en muchos casos es inexistente.
Si bien es cierto que las administraciones publicas no han fomentando los instrumentos necesarios para incentivar la participación ciudadana, tampoco los ciudadanos hemos logrado transformar nuestra frustración y enojo en exigencia y acción, nos hemos convertido en simples espectadores de nuestra propia desgracia.
La gran ausencia del ciudadano se refleja en una falta de involucramiento en los temas económicos, políticos y sociales de sus respectivos estados y municipios, provocando graves consecuencias en todos los ámbitos de su vida diaria.
El desinterés y falta de acción para defender el bien común como ciudadano, afecta directamente nuestra calidad de vida debido a que no se generan contrapesos reales al gobierno por lo que se hace permisible que la eficiencia y los resultados no sean una medida de evaluación, en pocas palabras, se les da carta libre para operar bajo sus propios interés.
La seguridad y justicia son dos temas torales que están abandonados por la gran mayoría de los ciudadanos, sin embargo son las dos variables mas importantes para el desarrollo del bienestar personal así como grupal. La inseguridad e impunidad nos afectan directamente a todos, producen miedo y aislamiento en la sociedad, matan el desarrollo económico, limitan el potencial, la libertad , y sobre todo, la felicidad.
Bajo esta lógica, es lo primero que se debe de exigir a las autoridades como ciudadanía; si no podemos proteger nuestro derecho mas importante entonces como podremos defender el resto. Como se ha demostrado en los meses recientes, el gran problema de seguridad que vivimos no acabara con el esfuerzo de una sola persona, ni la constante búsqueda de culpas ; se necesita que el actor mas importante, la ciudadanía, esté activo y en constante resistencia.
El rol de la ciudadanía en la seguridad publica es el influir para que los servicios respondan a la necesidad de seguridad , sean eficientes, transparentes y apegados a la ley, ya sea apoyando, denunciando o exigiendo. En el Observatorio Ciudadano Michoacán creemos firmemente en tres puntos donde el ciudadano no debe de dejar constantemente de presionar, exigir y evaluar a las autoridades.
El primero, y mas urgente, es la reducción de los niveles de impunidad que existen en el sistema judicial, tanto en las Fiscalías estatales como en el poder judicial, según el Índice Global de Impunidad México solamente se denuncian 5 delitos por cada 100, de estos 5 solo un 12% llega a investigarse con una resolución favorable, por ende, la impunidad es del 99.3%. La impunidad ya es el problema mas grave del país.
El segundo punto es la apertura de todos los ordenes de gobierno a herramientas como las auditorias ciudadanas y presupuestos participativos; y finalmente, el tercero es que se debe de aplicar a nuestros servidores públicos un sistema de resultados, en donde sino cumplen con metas especificas estos sean removidos de su cargo.
Michoacán, es de los estados que mas ha sufrido por la ausencia de una participación ciudadana organizada y efectiva; hemos padecido más de 12 años de malos manejos financieros y administrativos que están relacionados directamente con el desempeño de las aéreas de seguridad publica y justicia, donde lo mas lamentable es que mientras todo esto pasa el silencio de la ciudadana sigue creciendo.
La única manera de lograr un cambio es que los ciudadanos rompan el miedo y la apatía, entiendan el valor primordial de la seguridad y participen desde su respectivo ámbito a exigir resultados.
Tenemos que estar consientes de que en el caso de no lograr parar el circulo vicioso de corrupción, impunidad e inseguridad, estaremos ante gobiernos de todos los ordenes cada vez mas limitados, y en algunos casos completamente rebasados por la delincuencia organizada, ocasionando de igual manera un quebranto en la funcionalidad de nuestra sociedad. El gran ausente debe de recuperar su voz y fuerza, empoderándose en lo individual y creciendo en lo colectivo; hoy más que nunca necesitamos levantar la voz.