Por: Elena Guarín
Morelia, Michoacán. – Se caracterizan por tener nombres netamente indígenas, promover la cultura indígena local y el servicio para los sectores populares, pero también por imponer a sus trabajadores la afiliación al Partido del Trabajo, valiéndoles poco eso que algunos llaman “derechos políticos”.
En Michoacán hay centros de Desarollo Infantil en dos Apatzingán, tres de Uruapan, uno en Jacona, Zamora, La Piedad, Zacapu y dos en Morelia, se que su matrícula ronda los 4 mil niños, sus padres y más de 600 trabajadores, quienes no solo tienen la obligación de dar clases, porque también tienen que hacer proselitismos, repartir las despensas e ¡ir a marchas y hasta ser candidatos!
En estos centros, Reginaldo Sandoval y su esposa María Auxilio Flores García, quien es coordinadora de los Proyectos Educativos del Partido del Trabajo en la entidad, han encontrado un productivo semillero de políticos, tres de estos en funciones.
La diputada Brenda Fraga que se encuentra en su segundo periodo, tras reelegirse en las elecciones el año pasado, fue directora de un Cendi de Uruapan, además de haber hecho camino en aquel famoso plantón de Reforma.
Teresa Mora Covarrubías, también fue directora de un Cendi, pero en Zamora, donde además ya se le ha visto muy activa en su casa de gestión y se presume será la sustituta de Martín Samaguey.
Pero no son las únicas diputadas, pues Marí Carmen Bernal Martínez, que venció en las urnas a Adrián López Solís, tiene las mismas raíces.
Lo curioso es que mientras obligan a los maestros a afiliarse al PT y hacer marchas, al personal de los cendis, se le adeuda varias quincenas.
Todo apunta a que es un mecanismo para ir formando base, crear perfiles ad hoc y además venderles la idea de que se deben al PT, porque de ese partido vienen sus salarios, ya que de suerte sirva de guardería es punto y aparte.