Gerardo A. Herrera Pérez
Morelia, Michoacán. – Hace unos días se suscitó un hecho incómodo para algunas mujeres feligreses de Sahuayo que participaban de sus fiestas patronales; me explico, ellas, asistieron a un medio de comunicación a expresar su indignación porque en las actividades de festejo del Patrón Santiago Apóstol, asistieron personas “modelos y escort” que fueron calificadas de manera denostativa, como impúdicas, y de carnaval, por lo que expresaron su indignación y malestar contra el comité organizador.
Soy un defensor de las libertades y del respeto a la otredad, hoy, en este mundo Posmoderno las cosas dejaron de ser sólidas y estables para pasar a ser liquidas, inestables y que se mueven en la inmediatez. Lo que hoy tenemos es movernos no en la ideologías, sino en los valores, principios y virtudes sociales, por cierto sin racismos que jerarquiza la sociedad, y menos con homofobia, misoginia y machismo, entre otras, como el clasismo, o el neocolonialismo. Entendamos, esta sociedad no puede seguir asimilándose, vivimos sin un enfoque de homogenidad ni de subjetividad, sino en un modelo diverso que expresa riqueza social. Que una persona se dedique a una actividad laboral que sea licita, no la hace menos; debemos de iniciar procesos de tolerancia, de respeto en las diferencias y aceptar que unos y otros somos iguales. Así, qué es la tolerancia?.
Desde 1995, se aprobó por la Conferencia de la UNESCO, la Declaración de Principios sobre Tolerancia. El posicionamiento desde 1945 era preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, a reafirmar la fe de los derechos humanos y el valor de la dignidad humana, haciendo de la tolerancia una práctica que permita la convivencia para la paz.
La paz debe basarse en la solidaridad intelectual y moral de la humanidad y toda persona tiene derechos y libertades.
Así la tolerancia es un concepto al que se le asignan elementos fundamentales para la convivencia de la paz social; entre éstos contamos con la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestra forma de expresión y medios de ser humanos.
Esta convivencia se acrecienta con el conocimiento, la actitud de apertura, la comunicación y la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Así la tolerancia la debemos ver como la armonía en la diferencia. Es así que la tolerancia es la virtud que hace posible la paz y sustituye la cultura de la guerra por la cultura de la paz.
No obstante estamos en presencia de un fenómeno social de grupos fácticos, de asociaciones religiosas, de feligresía y de estructuras sociales vinculadas a una permanente intolerancia sobre las diferencias, estas posiciones han generado discurso de odio sustentado en la ideología, en el dogma, en la falta de conocimiento, y la ignorancia que ha llevado a muchas personas a actuar bajo esquemas de estereotipos, prejuicios y estigmas que violentan el respeto a la diversidad y la garantía de los derechos de todas las personas humanas y desde luego su dignidad.
Desde 2016, las agencias de Naciones Unidas en México condenan las expresiones de odio, intolerancia, estigmatización y discriminación en contra de las personas que viven diversidad sexual, o bien estas personas a las que se les descalifican por sus atuendos y posibles acciones laborales.
Hoy, como ayer, y como siempre, debemos hacer exigibles los derechos y libertades de las personas, asumiendo que la tolerancia es la responsabilidad que sustenta los derechos humanos, el pluralismo, la democracia y el Estado de derecho. Supone entonces la tolerancia el rechazo al dogmatismo y del absolutismo y afirma las normas establecidas por los instrumentos internacionales relativos a los derechos humanos.