Por: Arturo Ismael Ibarra Dávalos
Morelia, Michoacán.- Las instituciones de educación superior (IES) en México tienen la responsabilidad de formar personas capaces de contribuir al desarrollo económico y social del país. Esto implica que sus egresados cuenten con las competencias que demanda el mercado laboral. Cuando es así, se cumplen dos objetivos. Primero, que los nuevos profesionistas se coloquen en empleos y permanezcan en ellos más fácilmente. Segundo, que los empresarios se alleguen nuevos talentos que promuevan la competitividad y sustentabilidad de sus empresas. En este sentido, las IES son parte fundamental de las estrategias de desarrollo de las empresas y del país. La sinergia ocurre cuando universidad y empresa fomentan juntas la empleabilidad. Para lograr la vinculación entre la educación y el sector empresarial, es necesario que las IES establezcan indicadores de efectividad educativa, alineados con sus indicadores de capacidad educativa, y que las empresas contribuyan a la definición, evaluación y cumplimiento de dichos indicadores.
Las IES deben establecer indicadores de efectividad educativa que involucren a personas y entidades ajenas a las instituciones educativas, y que lleven a mejorar la situación de empleo de los egresados. Esto implica que el desempeño de los egresados, y por extensión la calidad de las IES, se mida desde una perspectiva de mercado, independiente de las IES. Implica también el uso de un sistema de retroalimentación que incluya a diferentes actores: líderes educativos, empleadores representantes de industria y Gobierno, y egresados de IES. Esta vinculación es posible. Sin embargo, mientras no se adopten los indicadores apropiados, cualquier intento por articular a universidades y empresas será superficial y probablemente anecdótico. Para facilitar la aplicación de indicadores de efectividad educativa, es recomendable crear una oficina de servicios para el desarrollo profesional dentro de las IES.
Mediante un estudio en el que participaron empleadores de países europeos, se evaluaron ocho competencias transversales de egresados de escuelas de negocios y se concluyó que las nuevas generaciones de profesionales carecen de las capacidades que buscan las empresas. Este resultado, en apariencia desalentador, permite a los responsables de las IES revisar sus procedimientos y hacer los ajustes necesarios para alinear las competencias de sus egresados con las expectativas de los empleadores. Sin este tipo de información (las diferencias entre lo que requieren las empresas y los objetivos educativos, que típicamente abarcan el desarrollo de competencias relevantes para incidir en el entorno socioeconómico), los encargados de formar egresados capaces (es decir, los docentes y líderes educativos) no podrán identificar qué aspectos del proceso pedagógico requieren ajustes.
En México, un estudio levantado entre egresados de IES sugiere que aquellos graduados de universidades particulares logran colocarse en mejores empleos que los egresados de IES públicas. Por otra parte, los egresados mexicanos están menos calificados para el trabajo que los egresados de IES en Corea del Sur. Si se quiere identificar los factores que condicionan la capacidad de los egresados para conseguir empleo, es necesario examinar diferencias como estas. Al diseñar e implementar sus programas académicos, los docentes y directivos rara vez consideran cuestiones como el nivel socioeconómico (NSE), el desarrollo de competencias específicas y el mercado de trabajo en general.
El incremento de egresados universitarios en México supera considerablemente el crecimiento del producto interno bruto (PIB), razón por la cual no se crean suficientes puestos de trabajo para profesionistas y hay subempleo. Sin embargo, el éxito de la educación superior se sigue midiendo en términos del número de alumnos inscritos y egresados, principalmente. Esto ocurre porque algunas IES operan en silos y desconocen las necesidades de las empresas y las oportunidades que ofrecen. Los estudiantes aprenden lo que el claustro académico considera relevante, desde una perspectiva interna, sin dar la debida importancia a las características y la demanda del mercado laboral.
Concretamente, el problema es que existe una desarticulación entre las IES y las empresas en México, lo que se traduce para estas últimas en una pérdida de competitividad internacional. Esta desarticulación se manifiesta en la incongruencia entre las capacidades que desarrollan los estudiantes y las necesidades de las empresas, así como en las dificultades que enfrenta el recién egresado para colocarse en un empleo. Fomentar la empleabilidad entre los estudiantes universitarios implica dirigir la estrategia educativa al desarrollo de conocimientos y habilidades que les faciliten conseguir empleos y conservarlos en el largo plazo.6 Para lograrlo, las IES deben mantener sus indicadores de capacidad educativa y agregar indicadores de efectividad educativa. La incorporación de un punto de vista externo en la evaluación del desempeño de este tipo de organizaciones obliga a promover la congruencia entre objetivos, estrategia y tácticas, lo que a su vez da lugar a un sistema de retroalimentación estable entre la IES, los empleadores, los representantes de las industrias, el Gobierno y los egresados.
En general, las IES en México se valen de indicadores específicos de capacidad educativa que dan sustento a acciones relativas a la composición de la planta docente, los acervos bibliográficos y cuestiones de infraestructura esenciales para el fomento de una experiencia educativa de calidad. Estas acciones se llevan a cabo en los niveles institucional, departamental y de los programas académicos. Se trata de procesos internos que tienen por fundamento criterios educativos.
Los indicadores de capacidad educativa son útiles para planear procesos que buscan asegurar la calidad de los servicios académicos que reciben los estudiantes en función de los objetivos de la IES. Esta dinámica es fundamental para la operación de una IES, pero no garantiza que los egresados cuenten con las competencias requeridas en el mercado laboral. Al contrario, es común que las competencias de los egresados no basten para garantizar la empleabilidad. La razón por la cual este tipo de indicadores es inapropiado para evaluar la calidad del servicio es que se limita al juicio de quienes trabajan dentro de la institución educativa —parte de ese juicio y desemboca en él—, mientras que los egresados deben desempeñarse en el mercado.
Para brindar resultados más completos y certeros, la evaluación de la calidad académica tendría que incluir indicadores de efectividad educativa. Entre ellos destacan los índices de colocación de recién egresados en empleos remunerados, las evaluaciones periódicas por parte de los empleadores y los resultados de exámenes estandarizados o departamentales. Los indicadores de efectividad educativa complementan la capacidad institucional puesto que se enfocan en resultados. Por ejemplo, la medición de la capacidad educativa es útil para el diseño y la implementación de planes de estudio, mientras que la medición de la efectividad se centra en el desempeño del estudiante en términos del perfil de egreso o en la empresa.
Generalmente, la efectividad educativa se evalúa a través de exámenes de egreso departamentales o externos, como el Examen General para el Egreso de Licenciatura (EGEL) o de exámenes de grado, en el caso de los posgrados. Los resultados de estas pruebas aportan datos importantes a las IES. Es necesario también incluir información sobre empleabilidad en los programas educativos, por ejemplo, el porcentaje de egresados que consiguen empleos remunerados al año de haber concluido sus estudios, lo que se mide mediante encuestas aplicadas a empleadores y egresados.
Las IES y los empleadores, así como los representantes de las industrias y el Gobierno, comparten intereses respecto a la capacidad de los nuevos profesionistas. Los empleadores necesitan gente que pueda agregar valor en sus organizaciones pronto y sin demasiado entrenamiento. Esto vuelve a las empresas y al país, en general, más competitivos y fomenta el crecimiento. Por su parte, las IES buscan que sus egresados triunfen en el mercado laboral pues así ellas se posicionan bien en el medio educativo y procuran su propia sustentabilidad. Todos los actores, de esta forma, pueden beneficiarse de la creación de canales de comunicación y estrategias de colaboración que aseguren que las nuevas generaciones de egresados cuenten con las competencias necesarias para facilitar la empleabilidad.
La articulación entre las IES y sus principales copartícipes contribuye al desarrollo de competencias y promueve el buen desempeño de los egresados. No obstante, salvo algunas excepciones, las IES planean en función de indicadores de capacidad educativa y prestan poca atención al acopio y análisis de indicadores de efectividad educativa. Por ello, los egresados adquieren conocimientos y habilidades insuficientes para atender a sus primeros empleadores, lo que da lugar a arduas curvas de aprendizaje laboral y, en ocasiones, a largos periodos de desempleo. Estos problemas se pueden evitar o por lo menos atenuar si las IES trazan planes y los ejecutan con base en indicadores de capacidad y efectividad articulados.
Normalmente, los indicadores de capacidad educativa se producen dentro de las IES y sirven de base para algunos procesos de planeación a nivel de programa, departamento o institución. Los indicadores de efectividad educativa se producen en las IES, pero con datos de individuos u organizaciones externos. Por ejemplo, los datos de colocación y desempeño de egresados provienen de grupos de empleadores y egresados; los resultados de exámenes estandarizados, de organismos como el Centro Nacional para la Evaluación de la Educación Superior (Ceneval) o, en el caso de los exámenes departamentales, de comités internos pero independientes del claustro académico. Así, la valoración de los indicadores de efectividad depende de la coordinación entre las IES y agentes externos.
La integración de los indicadores de capacidad y efectividad educativa en los procesos de planeación de las ies facilita la definición de objetivos, estándares de desempeño y mecanismos de evaluación a nivel de programa académico, departamental e institucional. La implementación tiende a ser compleja ya que requiere la cooperación y el involucramiento de actores internos y externos. Las siguientes recomendaciones pueden servir para garantizar la vinculación entre universidad y empresa. Se organizan en función de los distintos actores relevantes.
- Directores en IES. Las personas en posiciones de liderazgo en la ies deben crear y mantener una oficina de servicios para el desarrollo profesional. Las actividades propias de esta oficina incluyen investigaciones enfocadas en egresados, empleadores y dirigentes de industria. Con ellas, es posible evaluar la competitividad de los egresados de acuerdo con variables como el programa académico, las competencias comunes y disciplinarias, el género, el nse, la circunstancia geográfica y otros factores de interés para la IES. La información que arrojan estas investigaciones deberá utilizarse en los procesos de planeación institucional, diseño curricular, selección y entrenamiento del personal docente, y mejora de los servicios de prácticas profesionales y bolsa de trabajo.
- Empleadores. Es importante que quienes reclutan y retienen egresados universitarios participen en las actividades de acopio de información de las ies sobre el desempeño de sus egresados. El incentivo es claro: la retroalimentación aumenta las posibilidades de que las futuras generaciones estén mejor preparadas para trabajar en sus empresas. Las curvas de aprendizaje laboral se reducen y los procesos de reclutamiento e inducción se vuelven más eficientes.
- Representantes de la industria y el Gobierno. Las ies que deciden evaluar su desempeño mediante indicadores de capacidad y efectividad educativa terminan por hacer inversiones considerables en infraestructura y personal para investigar, retroalimentar, planear e implementar estrategias de vinculación y fomento de la empleabilidad. Corresponde a la industria y el Gobierno facilitar recursos con el fin de incentivar y apoyar a aquellas IES que preparan a sus estudiantes de tal modo que puedan mejorar la competitividad de las empresas donde trabajen. Esta forma de financiamiento, además, estrecha los vínculos entre las IES y las organizaciones que las apoyan, lo que a su vez permite que la industria tenga mayor acceso a nuevos talentos.
- Egresados. Resulta fundamental que quienes egresan de las IES estén dispuestos a retroalimentar a las organizaciones que contribuyeron a su formación. Específicamente, los egresados tendrían que responder encuestas y participar en foros de discusión organizados por sus IES.
En general, el trabajo que se realiza dentro de las IES no tiene articulación con la realidad del mercado laboral y las necesidades de los empleadores. Esto va en detrimento de la competitividad de las empresas y del país. La adopción de indicadores de capacidad y efectividad educativa requiere que las IES Involucren a actores internos y externos en los procesos de acopio de información, planeación, e implementación y evaluación de estrategias que cierren la brecha entre quienes forman y quienes emplean a los nuevos profesionistas. Esta articulación y los procesos de medición del desempeño se benefician de la creación de oficinas de servicios para el desarrollo profesional en las IES, apoyadas por los distintos actores.