Por:Arturo Ismael Ibarra Dávalos
Morelia, Michoacán.- El conflicto armado que se dio entre 1910-1917 se inició como una lucha en contra de la perpetuación en el poder del general Porfirio Díaz, pero derivó en una guerra civil entre facciones que luchaban por la “auténtica revolución”.
Diferentes grupos que tenían como bandera derechos políticos y sociales se unieron por ese objetivo, pero luego llevaron a cabo una guerra de guerrillas a lo largo de una de las épocas más convulsas para México, que dejó más de un millón de muertos.
Pese a ser una cruenta lucha por el poder, también tuvo frutos positivos.
La Constitución de 1917 fue uno de ellos, pues fue pionera en el reconocimiento de los derechos sociales y laborales emanados del liberalismo francés a nivel mundial.
El documento consagra causas revolucionarias como el derecho agrario, los derechos laborales, la educación y la salud garantizadas por el Estado, la libertad de prensa y los derechos políticos vigentes más de un siglo después.
“Las demandas obreras y campesinas se recogieron por vez primera en el constitucionalismo mundial, en la Constitución de 1917”, afirma Patricia Galeana en “La Revolución y los Revolucionarios”, del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM).
En aquella época la mayoría de los mexicanos vivía en condiciones muy precarias.
Las actividades como la agricultura, la ganadería o la minería, se basaban todavía en sistemas feudales, mientras que en las ciudades los obreros eran explotados sin que tuvieran derechos laborales básicos.
El documento consagra causas revolucionarias como el derecho agrario, los derechos laborales, la educación y la salud garantizadas por el Estado, la libertad de prensa y los derechos políticos vigentes más de un siglo después.