Por: Gerardo A. Herrera Pérez
Morelia, Michoacán. – A invitación de Mujeres de Acero, y el Órgano Autónomo de Derechos Humanos, se llevó a cabo el taller “El paradigma de la vida y la formación ética del ser humano para su respeto”, el cual tuvo tres momentos: el primero, reflexión sobre el ser humano, la persona, el sujeto, la dignidad y el “yo”, un segundo momento el trabajo con ideologías, la discriminación o diferencia de trato social y finalmente el tercer momento, el taller: “Pensarnos, para despensarnos para repensarnos”, con ello, damos otros elementos, al mismo tiempo que herramientas, para que las personas sin homogenizar puedan vivir sus propios modelos de atención para con su persona y en lo relacional para el otro.
El taller nos plantea que la Madre Tierra nos requiere en integralidad, nos requiere unidos y comprometidos, porque pese a las normas, a las estructuras operativas, y al diseño de política pública continuamos conociendo de casos de violencia contra la mujer, entre ellos los más dolorosos socialmente hablando, los feminicidios, de usos de cambio de suelo, de violencia, de corrupción, entre otros, como la acidificación de los océanos, el descongelamiento de los cascos polares, en fin.
Frente a este escenario, cuál es el futuro de la humanidad, cuál el de la Tierra?; es éste un momento crítico de la historia de la Tierra, o simplemente, la Tierra sufre de los estertores de muerte, o de una agonía que después de la Segunda Guerra Mundial se ha venido acelerando, hasta llegar a este momento crítico y al parecer con dificultades para encontrar las salidas.
Pese a ello, la Tierra continúa su misión histórica; sigue dando cobijo a la humanidad, pese a la devastación que el hombre ha sometido a sus elementos: agua, tierra y, aire. La Tierra nos proporciona viabilidad a todos los seres vivos, pero cada vez de manera más crítica, con mayores problemas para alcanzar la sostenibilidad para esta generación, y las próximas generaciones.
En el primer momento, reflexionamos sobre el costructo del ser humano en su contexto: fue así, que en el marco de un modelo económico neoliberal, es complejo atender y comprender las cuestiones de la humanidad desde una sola perspectiva; por ello, la importancia de utilizar teorías y sus herramientas que nos permitan hacer un análisis para comprender la situación que ha llevado a las problemáticas que vive la humanidad: inseguridad, pobreza, la falta de desarrollo, de respeto a los derechos humanos, discriminación, desigualdad social, violencia en todas sus dimensiones, la falta de oportunidades a las mujeres y la ausencia de políticas viables y asertivas de multiculturalidad, así como la exclusión de adultos mayores, de grupos en situación de vulnerabilidad, y de todo aquello que no se ajusta a un modelo de individualidad, libertad y consumo, pero que en general todo es causa de sufrimiento, de dolor, al no poder alcanzar los estándares de la vida moderna que nos ofrece el mercado; razón por la cual es fundamental realizar acciones de investigación desde una perspectiva de la complejidad, y desde lo sistémico, desde los puentes de comunicación, pasando por la comprensión holística ambiental y desde luego por la bioética (Sotolongo Codina: La complejidad y el diálogo transdisciplinario de saberes 65 a 77; Álvarez Nieto; 2016, El conocimiento del conocimien;Luengo-González, Enrique; El conocimiento de los Social: 2014).
Hoy, la sociedad se mueve a través de diversas causas, contra el patriarcado, contra el neocolonialismo, contra el mercantilismo, contra la destrucción del medio ambiente; pese a ello, no se mueve sobre otra de las causas que es fundamental y transcendente que es el respeto a la vida, a la vida humana, a la vida animal, a la vida vegetal, esto es, a la vida que existe en la tierra, y a lo que nos hace ser iguales a los demás seres vivos, la vida, insisto (Boaventura de Sousa Santos: Nos falta imaginación para pensar en alternativas”).
No puede seguir siendo la racionalidad lo que nos haga común a la humanidad, despojando a los otros seres vivos de la posibilidad de autonomía a la vida por carecer de racionalidad, generando con ello un mundo asimétrico de poder y sometimiento, de control y destrucción. Porque de seguir en estas condiciones, la seguridad de la madre Tierra está en peligro, pero, considero que aún pueden ser reversibles (Capra, Fritjol: La trama de la vida, 1999).
Para ello, la humanidad debe de hacer un acto de reflexión, reconociendo la vida como parte fundamental del cuidado de la Tierra, pero además, de reconocer los derechos en la Naturaleza, el Medio Ambiente y la Biodiversidad como la única esperanza y oportunidad de vida para salvarla.
La humanidad, requiere de profundas transformaciones, entre ellas, dejar de lado los valores individuales a los que se refiere Guille Lipovetsky (La era del vacio:1983) y migrar a valores colectivos, que nos permitan ir construyendo la cohesión social (Sachs, Jefferey: La era del desarrollo sostenible, 2015), con una mirada y una acción permanente de respeto y reconocimiento de los derechos y la dignidad a la Naturaleza, en ella la enseñanza de que el humano debe “ser más”, y no, como se nos indica por el mercado y los medios de comunicación, “tener más”.
No puedo imaginar una comunidad global mundial homogénea, de frente a un discurso universal de “Diversidad Cultural”, lo que sí puedo imaginar, es una comunidad global mundial de más de siete mil quinientos millones de personas, con una sola causa, satisfacer las necesidades básicas de la población, respetar los derechos de la Naturaleza, aplicar los conocimientos y la tecnología ya en operación, para que reduzca los impactos sobre el medio ambiente, todo ello, en un solo mensaje “la vida”, como elemento central de la ecocentrismo (Capra, Fritjol: La trama de la vida, 1999).
Soy humano y sin ideologías podríamos ir trabajando mecanismos de dialogo, de complementariedad, de respeto, sin colonización, trabajando en horizontalidad, practicando valores comunales y ejerciendo respeto a la otredad bajo un nuevo enfoque que nos permita salvar la vida.
La importancia de reconocer la vida y amarla, requiere de asumir compromisos, requiere de respetar y responsabilizarnos de cuidar y proteger. Así estos pasos que compartimos con usted, podrían ser de utilidad en la comprensión de la formación y cuidado para la vida, para la naturaleza, para el medio ambiente, para la biodiversidad y de aquellos elementos como el agua, la tierra y el aire. Son siete pasos, que pueden fortalecer su ecoformación, practíquelos, aplíquelos, disfrútelos, enamórese de ellos. Los compartimos:
Amar la vida: El planeta es un ser vivo y merece respeto a su diversidad, porque todo lo que hacemos tiene repercusiones incluso en nosotros mismos (como lo que ahora vivimos en este calentamiento global de la Tierra), por lo que se requiere sentir la vida, amarla, disfrutarla, es necesario que desde nuestras vidas se revalore lo que hacemos a favor de la tierra, porque ésta nos da alimentos y nos enseña a estar en forma congruente en este mundo y en esta vida. Me alegra saber que hay respeto por la vida en Lázaro Cárdenas, en Apatzingán, en Morelia, que son los casos que yo conozco, seguramente habrá más, también a ellos felicidades.
Ecoética: Requerimos estar conscientes de las consecuencias de las acciones que se realizan por los humanos en contra de la tierra, es decir, no son los animales o las plantas las que tensan. Seamos conscientes del daño ambiental que hacemos, de tirar basura, de dañar los océanos, contaminar el agua, tirar las pilas, requerimos de reflexionar en el daño ambiental, la pobreza, las desigualdades económicas y sociales, la injusticia social, la opresión, y el modo en el que contribuimos para que existan; ello, nos ayudará a comprender el equilibrio que debe existir entre todos los seres vivos de manera holística y ayudará en la construcción de una ética integral, democratizadora, flexible, holística, que promueva la sostenibilidad y sustentabilidad. Para algunos puede ser una aspiración para otros ya trabajamos en ello y luchamos por la vida.
Equilibrio: Para que exista un equilibrio entre el desarrollo económico y la preservación de los ecosistemas, es importante reconocer la sabiduría de la naturaleza. La Madre Tierra es un sistema vivo autorregulado, que reacciona ante los cambios que le aplicamos. Por ello, si hablamos de equilibrio, el desarrollo debe considerar los ciclos de vida de la naturaleza y estar sólo en función del bienestar social y de la convivencia ética, cualquier otro fin lesionaría gravemente a la naturaleza, a la vida, como ya se puede observar con el cambio climático, el cambio de uso de suelo, la devastación de los bosques, y un largo etcétera.
Afinidad: El ser humano requiere de religarse, requiere de un coaligante que le permita reconocerse en sincronía y sinergia con la tierra, pero también con los seres vivos, y convivir con otros seres animados e inanimados (agua, tierra aire), es preciso promover la sensibilidad, ternura, cuidado, la caricia, la extrañeza, incluido el asombro de la naturaleza. Mantener una con-vivencia armónica con el planeta y los seres vivos, es decir, requiere de una ecopedagogía que desde la ecoeducación nos permita reconocer la vida como eje central de la Madre Tierra.
Racionalidad con sentimiento: Requerimos una racionalidad y emociones equilibradas, que logren promover la capacidad de asombro, la capacidad de hacer estética, de buscar la belleza y sorprenderse de ésta, es decir contar con un ser humano integral. Requerimos de una razón que no nos cree cautiverios, que nos emancipe, que nos de libertad para la creatividad y la espiritualidad. Este equilibrio puede ser la base de la sustentabilidad.
El todo y las partes: El ser humano en el marco de la totalidad y, en armonía con el universo, como sistemas autopoiéticos, autorganizados y autorregulados; como sujetos capaces de ver, relacionar, integrar, simular, inventar, etc., en todo momento, y en todos los espacios posibles, se precisa promover una nueva compresión de la realidad. Edgar Morín, plantea no solo la realidad objetivo y subjetiva, sino también un realidad de lo posible, de aquello que se espera que pase en beneficio de la colectividad.
En este contexto es importante analizar con enfoque desde lo macro y lo micro, lo supra y lo infra, como un gran holograma en el que el todo es constitutivo de las partes y las partes constitutivo del todo, es decir lo holístico. “La fragmentación y la separación solo tienen sentido en tanto forman parte de un proceso mayor que los vuelve a re-unir en una estructuración del todo. Desde esta visión ya no seremos sujetos aislados, incomunicados, sino una gran comunidad cósmica”.
Creación y desarrollo de la conciencia planetaria: para tener conciencia planetaria es fundamental reconocernos como parte integral de la tierra, reconocernos en el holismo, en esa integralidad, es decir, es importante olerla, verla, escucharla, sentirla, abrazarla, solo así podríamos comprenderla y generar la conciencia que tanta falta nos hace para no hacerle daño. La conciencia planetaria representa la diferencia entre seguir viviendo atrapado entre la devastación que se ha generado por nuestro modo de ser y vivir en un mercado ignorante y devastador, o bien, generar acciones para coexistir y disfrutar en armonía el tiempo que le resta de vida, a nuestra vida.
Dedico esta nota a Mujeres de Acero; la dedico a Silvia, Cecilia, Luis, Sergio, Jaime, Judith, Teresa (la amo), Denny, Eréndira, Yolanda, Itza, Issa Nayeli, Fernando, Salvador, Unis Medina, Aramis, Carolina, Mitzi, Jorge, Mateo, Agustín, María Fernanda, Consuelo, Marubeni, Dora Luz, Ana María, Elías, César, Silvia, Luis Fco., Ana Iris, María Magdalena, Yolanda, Martín, Carolina, Vianey, María Consuelo, Mateo, Dora Luz, Alexa, David de Jesús, Zulema, Claudia, Cecilia, Edith, Tere, Diana, Fernanda, Nax. Se la dedico al puerto de Lázaro Cárdenas que siempre me recibe con cariño y respeto, te la dedico a ti, a mi otredad, aquel que no conozco, pero que la sabrá comprender. Se la dedico a mi amigo Sergio Omar, por todo su trabajo cultural, y a todos y cada uno de los artistas que han dado su vida entregando su talento y su arte a los demás, al Puerto, a Michoacán, a México, a quienes quieren un mejor mundo, a muchos de mis alumnos a quienes quiero entrañablemente.